
E
s complicado, sí señores y señoras. Reconducir la vida y reiniciar a ciertas alturas del camino no es nada fácil. Muchos parecen conseguirlo por arte de magia, la magia existe pero no por arte, la magia la creamos.La ecuación parece sencilla cuando ya se ha resuelto, especialmente si eres un mero espectador. Solo el protagonista conoce el viaje interior y exterior que le hizo llegar hasta allí. Unos lo llaman suerte, otros pueden pensar que sucede gracias a los demás, pero la verdad es que todo sucede dentro, en un recóndito lugar que ni el protagonista al iniciar el camino conoce.
Esa sensación de ebullición del alma, esas ganas de gritar lo que eres capaz de hacer, esa ansia por realizar aquello para lo que la vida te ha estado preparando.
¿Dónde está? ¿Cómo conseguirlo?
No hay fórmulas secretas. Las frases apoteósicas que hacen cambiar el guión de la película no existen, ni los gurús de redes sociales que puedan ayudarte a encontrar aquello que solo tú sabes dónde está, aunque aún no lo has visto. No lo has visto pero está delante de ti.
Me decía un amigo que nunca puedes dejar de ser quien eres y ello tiene consecuencias, normalmente las mismas que se repiten una y otra vez.
Hay quien está hecho para hacer lo mismo cada día durante años y es feliz o no, pero no sabe hacer algo distinto.
Hay quien es incapaz de mantener una rutina más de un año, o dos o diez. Y eso no cambiará.
Hay quien necesita como el aire inventar y crear formas distintas de hacer lo que otros ya hacen.
Hay quien va acumulando ingredientes y los va sumando o restando para seguir creciendo. Lo llamo hacer una ensalada. Una ensalada que combina todo lo que puede aportar algo positivo y aparta lo negativo, incluyendo las personas. Pues hay personas que inspiran y otras que anulan y bloquean.
En definitiva reinventarse para muchos es lo rutinario, una montaña rusa constante que les obliga a apartarse del mundo de vez en cuando para poner las ideas en orden para volver a agitar el mundo con todas sus nuevas fórmulas.
El único secreto está en escuchar y escucharse. Prestar atención.
Me gusta aquella frase que aplico cuando las cosas parecen no ir como pensaba y sientes la tentación de hundirte:
«No estás deprimido, estás distraído». Me gusta añadirle, «permanece atento y sé tú mismo».
PD: Aún podemos despertar cada mañana con la ilusión de un niño, sin expectativas, construyendo nuestro día a día sin más:
Bob Sinclar ft. Gary Pine – Love Generation from Energy Production on Vimeo.

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