
Qué año más largo se nos ha hecho, qué intenso y lleno de acontecimientos. Convulsiones políticas y sorpresas en nuestra sociedad no nos han dejado prácticamente ni una sola semana de paz y sosiego.
No me voy a poner a resumir todo, que para eso ya tenemos los cientos de medios para recordarlo. Sí me quedo con la triste sorpresa de comprobar cómo viejas heridas se han abierto. Heridas que ni nuestros padres, la mayoría ya fallecidos, tuvieron presente en sus vidas.
Nuestros ancianos. La mayoría eran recién casados y jóvenes, ilusionados con la democracia que llegaba a sus vidas y deben sentirse profundamente frustrados. Las nuevas generaciones no han entendido nada, solo han disfrutado de las libertades que cada uno de ellos conquistaron con la máxima de convertir a España en un país moderno.
Aquellos jóvenes que vivieron las carencias de la postguerra, que crecieron escuchando las injusticias de la más injustas de las batallas, la batalla entre hermanos de una misma nación.
Aquellos jóvenes que vieron como sus padres reconstruían un país, sobrevivían al hambre y al frío, muchos de ellos huérfanos de ambos bandos en los que la madre fue la única salvavidas para sacarlos adelante, como mujeres guerreras sin que jamás escucharan una queja. Cuántas de aquellas mujeres y hombres, los hijos de la postguerra, hoy en el último día de 2015, observan atónitos a jóvenes del 2015 que dicen defender la libertad queriendo acabar con sus vidas, deseando su muerte y maldiciendo su experiencia o queriendo abrir aquellas heridas que tanto dolor causaron a sus padres.
A estos jóvenes de 2015 les dedico mi texto de fin de año. A muchos de estos que son hijos y nietos, desagradecidos con los pasos que sus mayores han dado desde entonces. Pasos lógicamente imperfectos como el mismo ser humano, pero han creado un sistema que les permite hoy emitir sus ridículas consignas desde un costoso aparato sofisticado que hace tan solo unos años ni era necesario, ni lo es, para sobrevivir.
Necesario fue aquello que ellos consiguieron para que vosotros tuvierais una educación que no habéis sabido aprovechar, para que cuando enferméis os busquen para llevaros a un hospital… No es necesario enumerar lo que ha mejorado la vida en los últimos 50 años, basta hacer algo tan sencillo como entrar en ese aparato en cuestión y querer saber. Ellos han construido y reconstruido una nación rota que se había dado la mano, todos a una, con el único propósito de caminar hacia la libertad.
Esto no es una lucha generacional. Es la demostración de que se ha malcriado y consentido demasiado.
No queréis mejorar lo que ellos hicieron por nosotros. Los esfuerzos por sacarnos a cada uno de nosotros adelante parecen insignificantes hoy. Pero no me preocupa. Porque la vida enseña o por las buenas o por las malas y quien no quiere aprender en cabeza ajena está condenado a repetir los mismos errores.
Me gustaría pedir un favor a estas nuevas generaciones que alimentan la ruptura (y no tan jóvenes). Escribid un diario, o conservad todo lo que escribís en las RRSS que al fin y al cabo es lo mismo (aunque antes guardábamos los diarios con llave para que nadie los leyese) Un día, allá por el 2036, dentro de veinte años nada más, me gustaría que los repaséis.
Pero ¿sabéis?, será demasiado tarde para agradecer a vuestros mayores todo lo que hicieron por vosotros. Espero que vuestros descendientes lo hagan mejor. A ver qué país les dejáis.
Pd: Personalmente ha sido un año inmejorable, pero esa ya es otra historia. Feliz Año Nuevo a todos! Especialmente a los que continúan trabajando para construir día a día, poco a poco y con esfuerzo un lugar mejor para nuestros hijos.

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