
El camión de la mudanza llegó. Allí está todo lo que le queda, casi setenta años de historia sobre esas ruedas. María es una viuda sin viudedad. Se siente algo más tranquila aunque nunca había imaginado que seria de esta forma. El embargo de su casa, ocho mudanzas, y ya no recuerda cuantos trabajos deja atrás.
Es una veterana en esto de sobrevivir a las crisis. Y hablo en plural, porque es hija de la postguerra, porque cuando se casó existían leyes según las cuales las mujeres no eran dueñas de su nombre para abrir una cuenta corriente, o disponer de la herencia de sus padres, unos padres que no permitieron que tuviera una educación. Su economía, como la de muchas mujeres de su época, estaba ligada a la del marido. Un marido que en la crisis de los 90′ perdió su empresa y cuyo domicilio fue embargado por los bancos al no poder hacer frente a la hipoteca. Las dificultades económicas tambalearon la relación, ella comenzó a sufrir maltratos y el matrimonio se rompió. Vivió la marcha de sus hijos a otros países en busca de trabajo y oportunidades. Significó de tenerlo todo a no tener casi nada; tan solo algunos muebles, enseres y ahorros que consiguió salvar.
Prácticamente no había cotizado dedicando la vida a sus hijos y su ex marido arruinado no le pasaba pensión alguna. Sobrevivía gracias a trabajos eventuales, mal remunerados por la falta de formación, viviendo en casa de unos y otros; primos, hermanos, de alquiler, siempre manteniendo el sueño de que un día volverá a tener una casa propia donde vivir y poder colocar los muebles que celosamente y con un alto coste mantenía en un guarda muebles. Ahora ha conseguido sacarlos y meterlos dentro de un camión, todo lo que le ha quedado está allí dentro. Su hija ha regresado del país donde vivía y ha conseguido una corta pensión por incapacidad de poco más de 600 euros, “esta cantidad no me permite vivir de forma digna e independiente de alquiler, pero si contribuir con los gastos de mi hija”.
Este es un ejemplo de cómo el apoyo familiar es fundamental a la hora de sobrevivir al caos de los efectos de una crisis. Más de 422 mil hogares españoles, cerca del 3% de los 17 millones del total, dependen de familiares, según el Consejo Económico y Social.
Existen tantos tipos de crisis como problemas padecemos los seres humanos. Supone un cambio repentino desfavorable sobre aspectos económicos, familiares, sentimentales o relacionados con la salud, de carácter individual o colectivo. La forma de enfrentarse a los cambios negativos en nuestras vidas puede ser fundamental para encontrar la solución, salida o adaptación a la nueva situación sin que ello suponga el definitivo fin de la felicidad.
Consulté a un Doctor en psiquiatría, “no existe una estrategia personal valida o formula para hacer frente a una crisis”. “Cada persona desarrolla una estrategia personal y única frente a una crisis, independientemente del origen de la misma o los factores que la causan. Por ello, no existe una única estrategia de éxito ante la crisis, ya que éste se mide en función del resultado, y éste varía según circunstancias controlables y no controlables; aunque siempre que la crisis sea superada, será válida. La única estrategia equivocada o errónea es no afrontar una crisis que le afecta directamente al individuo, ya que tendrá consecuencias en un futuro muy posiblemente con un “efecto bola de nieve”.
Una crisis puede presentarse a diferentes niveles y factores, la pérdida de una persona querida es irremplazable o la salud no siempre se recupera. “En estos casos el éxito de la estrategia ante el dolor y esa crisis personal depende del proceso de aceptación de cada persona”, señala el Doctor en Psiquiatría, “donde la escala de necesidades personales varía y cubrirlas decidirá el éxito”.
Es el caso de Marta que emigró tras la ruina de su familia en la crisis de los años 90. En febrero del año 2009, tras la muerte de su marido, una extraña enfermedad desconocida le obligó a volver a su país en busca de ayuda. “ Tal vez algo podría hacer mi primo médico que trabajaba en el Hospital para recuperar la salud. Tan solo quería continuar trabajando para mantener el negocio que nos daba de comer a mi y a mis hijos”. Las malas noticias no tardaron en llegar, no podría volver a su hogar. Más de quince años de duro trabajo y esfuerzo, una vida de confort que desapareció con unas palabras del medico: “ ¿dónde están tus hijos?, me preguntó, en casa le respondí, a ocho mil kilómetros de aquí. Escuché las palabras que nadie quiere oír de la boca de un médico: arregla tus cosas y tráetelos, no podrás volver”. “Toda la juventud invertida en un negocio que estaba demasiado lejos, imposible de mantener y dirigir, sin salud para poder buscar un empleo ni volver a casa”.
Una edad complicada, cuarenta años, dos hijos a su cargo y una situación económica en el país que comenzaba a dar sus primeros síntomas hacia una de las peores crisis que se recuerdan hoy en día. Fue en este caso la ayuda de sus padres que con mucho esfuerzo lucharon junto a ella por sacar la familia adelante y vencer la enfermedad. Ella recuerda que «sintiéndome débil me preguntaba una y otra vez si era necesario aprender alguna lección para salir de la situación. ¿Qué estaba sucediendo después de haber comenzado de cero a los veintitantos para tener que volver a hacerlo de nuevo más mayor, con dos hijos y sin salud?».
En cambio, no lo dio todo por perdido. Según el Doctor, “conocemos casos de personas muy positivas, que ante cualquier situación de crisis o dificultad saben afrontarla de un modo constructivo, suelen ser personas que toleran el fracaso como parte de la vida así como el éxito o etapas, las más prolongadas, de estabilidad donde se combinan elementos positivos y negativos. Son personas muy equilibradas que entienden que en las variables controlables de su vida son responsables de sus decisiones, y aceptan que aquellas variables exógenas son parte del “juego de la vida”.
Marta cree que la clave de su recuperación fue la capacidad para ser feliz con aquello que la mayoría nunca damos importancia. «Parece que no lo podemos controlar, pero me repetía una y otra vez que las personas felices no enferman. Puse todo mi empeño en ser feliz aunque todo estaba en mi contra, sin salud, sin dinero y sin amigos aquí, pero tenía el amor de mis hijos y mis padres, con ello debía bastar».
Reflexiona sobre lo que conoció en aquel país, aquel lugar sin medios que la recibió cuando llegó casi 20 años atrás, «aquellas personas conseguían ser felices por encima de todo, sonreían siempre, eran amables y cariñosas pese a no saber qué iban a dar de comer a sus hijos al día siguiente. Al fin y al cabo yo tenía mucho más que ellos, me sentí en la obligación de agradecer, principalmente por cada día que se me daba la oportunidad de disfrutar de estar viva pese a los pronósticos. Un día de cada vez».
Esta actitud responde a una combinación de factores. “Primero, diría que por la costumbre, que lleva a la persona a tolerar una crisis o una dificultad porque forma parte muy continuada de su vida. Segundo, el que en su escala de necesidades tenga más peso el espíritu de supervivencia, comer cada día, estar sano… que elementos materiales”.
Hoy, tras vender su negocio a mitad de precio, estudia en la universidad su segunda carrera. La crisis en España aún no ha terminado, y espera que así sea cuando al fin termine los estudios. «Continúo pensando que cada día que despierto es un regalo, soy una persona nueva, más optimista y que da valor a todas las pequeñas cosas que tengo a mi alrededor, no puedo dejar de ser feliz, creo que es lo que me salvó la vida a mi y a mi familia».
Las consecuencias de la crisis que padecemos en estos momentos, los recortes, la falta de paga extra y la congelación de salarios, por ejemplo, mantiene a un colectivo bastante amplio ante la incertidumbre. En la escala de valores que cada familia o persona considera como aceptable o no, existe cierta relatividad.
Es el caso de Ana que no tiene graves problemas económicos, pese a que la han incapacitado para trabajar y ha supuesto una reducción de sus ingresos. Tiene casa propia y su marido un buen empleo. En cambio, la reaparición de una grave enfermedad este verano ha supuesto para ella la peor de las crisis. «He pasado en seis meses, de vivir en crisis económica porque me congelaron el sueldo y me retuvieron la paga extra a pensar ahora que no sé lo que daría por volver a eso: quejarme por tener que madrugar, por tener 150 folios en la mesa para leer, a cabrearme por el mal humor de mi jefe de servicio… Entonces, ¿que es estar en crisis?». Se pregunta, deseando “volver a tener tan sólo los problemas que tenía antes”.
Así se sentía Antonio, compartiendo la relatividad de los acontecimientos con Ana, cuando su mundo cayó recientemente con la petición de divorcio de su mujer después de más de 10 años juntos. Una profunda depresión causada por la crisis de pareja, era su peor momento según él. Unos meses después perdió su empleo. No lo soportó y hasta intentó quitarse la vida. La familia es su principal apoyo. “Quizás dentro de unos meses es posible que recuerde todo esto como una locura”, comenta con esperanza su hermano.
Hay muchos factores incontrolables; un problema de salud, la pérdida de un ser querido o la ruptura definitiva de una relación afectiva. La crisis en estos casos no será superada recuperando “lo perdido” sino aceptada, y donde una actitud de tolerancia y positividad nos ayudará a afrontarla. Preguntamos al especialista, ¿cuál sería la actitud que podría ser de utilidad para personas que atraviesan por crisis?. “Lo más importante sería mantener un equilibrio emocional y contar con salud física, ya que una crisis personal afecta a lo físico y psíquico, van íntimamente unidos. Cuanto más maduros, responsables y equilibrados seamos contaremos con herramientas sólidas para impedir que una crisis altere todos los órdenes de nuestra vida, la aceptaremos, la toleraremos en nuestra día a día y la superaremos con el tiempo, normalmente habiendo aprendido herramientas y soluciones útiles en un futuro, y mejorando como personas”.
Consultando con personas nacidas en la generación de la postguerra, la mayoría sostiene que somos menos solidarios. “En aquella época era común acoger alguien en casa a hacer alguna comida al día, no se entendía que tu vecino pasase hambre mientras tuvieras comida en casa”, comenta María. El investigador en sociología económica Javier Polavieja afirma que “donde no llega el Estado llega la solidaridad”.
Para el psiquiatra, la escala de valores y necesidades personales varían según cada persona, “hay personas más o menos empáticas en todas las clases sociales, edades, cultura, etc. Si bien es verdad que muchas personas utilizan equivocadamente una estrategia de eludir una crisis colectiva desde el egoísmo y autoprotección, creyendo que no le va a afectar. Y puede ser cierto, pero nunca es recomendable vivir ajeno a lo que afecta a quienes nos rodean, porque nuestro entorno donde nos socializamos cambiará y nos afectará. El ser humano, como ser social, no puede abstraerse por completo de lo que ocurre a su alrededor».
Lo importante de las crisis, concluye, “es saber cómo salir de ellas, cuando se ha caído varias veces sabe cómo levantarse, cuando nunca se ha caído esa primera vez es más difícil, por ello lo importante es aprender de ellas. Las personas son más felices cuando saben disfrutar de lo que tienen, aunque luchen por obtener otras cosas o alcanzar unas metas o sueños. Es por ello que la felicidad no entiende de clases sociales, sino de la sabiduría personal y cultural de comprender cómo vivir con todas las circunstancias que experimentamos. Una escala de valores y necesidades que dependa de nuestras convicciones, decisiones y esfuerzo nos evitará la frustración ante el fracaso cuyos factores son exógenos e incontrolables. Ser responsable de uno mismo ayuda a ser positivo, porque nadie más que nosotros querrá ser feliz”.

hormigosblog
febrero 19, 2014Lo importante es saber aceptarlas y la capacidad de afrontarlas. El cómo hacerlo depende de cada uno de nosotros y como todos somos diferentes no existe un patrón definido ni una solución única, pero una actitud positiva creo que siempre ayuda a superarlas.
Javier
febrero 19, 2014Fantástico Post, enhorabuena!!!. Está claro que no todas las crisis son iguales, sobretodo las personales o individuales, y por tanto no se pueden afrontar de la misma manera. Este post nos enseña diferentes formas de como afrontar una crisis desde el punto de vista modo personal, cómo además se puede no solo afrontar sino ganar. Eso sí son básicos los apoyos adecuados, el optimismo y las ganas de sobreponerse y ser feliz. Saber superar una crisis es también ponerse manos a la obra y aprender de los errores, no exigir demasiado sino lo justo para vivir dignamente, son varios parámetros que estratégicamente bien usados nos darán las claves para sobrevivir a la maldita crisis. Muchísimas gracias, Lola.
achinchillam
febrero 23, 2014Reblogueó esto en Consulta Psiquiátrica del Dr. Alfonso Chinchilla Morenoy comentado:
Acabo de leerlo y quisiera recomendaros la lectura del siguiente relato o post de Lola Cebolla «Superando la crisis» en el que colaboré, pero donde lo importante es la historia, que es la realidad de muchas familias anónimas de estos momentos difíciles, pero en los que no debemos perder la esperanza.
Espero os guste! Son emocionantes las realidades vividas por muchos seres humanos con que nos cruzamos cada día.
achinchillam
febrero 23, 2014Felicidades por el relato.
lolacebolla
febrero 23, 2014Muchísimas gracias por tu ayuda!!!
Diego
agosto 27, 2015Da gusto leer tus artículos Lola. Gracias y un cordial saludo.
lolacebolla
agosto 27, 2015Gracias Diego, me alegra que te guste, un abrazo!
lolacebolla
septiembre 1, 2015Gracias Diego! Me alegra que te haya gustado, un abrazo!
Magly
diciembre 6, 2016Gracias, fascinada con los temas, todos muy interesantes. Muy del día a día. Me preocupa mucho EL MALTRATO INFANTIL ,hay madres y padres que maltratan a los niños desde que son bebès, por favor podria proporcionar informaciòn general sobre este tema? Muy agradecida. DIOS LE SIGA DANDO SABIDURA Y MUCHAS BENDICIONES.