
Cada uno es como es. Y pocas cosas existen en el mundo que puedan hacerte cambiar en esencia. En realidad, te adaptas a todos los acotencimientos de tu vida, te traumatizas más o menos, confías más o menos…, pero la esencia no cambia.
Ya sabéis los que me leéis que soy a veces demasiado sentimental, al menos escribiendo. En la «vida real», (ahora explicaré qué es) paradójicamente me califican de «bruta» en muchas ocasiones, que sería lo opuesto a ser sensible, aunque no lo veo así. La «vida real» es esa que te obliga a ser pragmático, rápido en tomar las decisiones, reflexivo y a veces impulsivo, analítico y útil. No significa que lo que somos, como sentimos cada acción, no vaya acompañado de pinceladas de esa forma de ser que nos define desde que nacimos. Cuando escribo puedo ser libre de ser quien soy sin presiones.
Una forma de compensar la sensibilidad es desarrollar un sentido práctico de las cosas, sin ellos estaríamos perdidos en este mundo a veces tan irreal donde lo que se dice, lo que se hace y lo que parece es tan distinto. Y me refiero a los demás.
¿Y por qué estoy escribiendo sobre esto? Porque quiero hablaros sobre emoción, sentimientos, redes sociales y vida digital.
Cuando veo y leo algunos explicando y teorizando sobre Redes Sociales, que si Facebook es así o Twitter es de aquella otra forma, veo que hablan para aquellos que nunca están en las redes, ni estarán después de escucharlos.
En la vida digital, la #DigitalLife que me gusta llamar, somos los sentimientos que compartimos con los demás. Somos #FeelingMedia y voy a explicar porqué.
Cuando daba clases particulares intentaba que mis alumnos amasen las matemáticas como yo las amaba, entendía que no era posible entender algo sin sentir amor por ello, es lo que te hace profundizar, ir más allá, querer saber más y resolver los misterios que entrañan.
No pude remediar ser quien soy, y la profesión no sería menos. Quería ser arquitecto, pero tenía mi particular forma de sentir lo que quería hacer con todo lo aprendido.
Gracias a la impulsividad tuve la oportunidad de ejercer la profesión «casi» de la forma que quería y totalmente como la sentía. Un hogar, un lugar de trabajo no eran cuatro paredes y dos ventanas estratégicamente dispuestas. Quería, y así fue como lo hice, crear espacios que identificaran y transmitieran «algo». Y ese fue mi objetivo, ese «algo» era la identificación con lo que sus habitantes y ocupantes son en su esencia, su reino, que tuviera su personalidad, el cuartel general donde descansan y comparten los mejores momentos de su vida, su hogar.
Traslado todo ello a una nueva fase, la comunicación. Decía mi madre que «quien nace lechón muere cerdo», y aunque la frase es altamente despectiva, es aplicable en su versión positiva a todo lo que somos. La emoción sigue ocupando este espacio en mi vida, el eje y el centro. No creo que se pueda vivir sin ella, no se puede transmitir información sin ella. Ni puedes enseñar matemáticas, ni construir la casa de sus sueños a los demás, ni puedes comunicar lo que las marcas nos piden sin emoción.
Esa emoción que mueve un proyecto y lo hace salir de nuestras mentes y desea hacerlo realidad. La misma que mantiene a sus promotores horas sin dormir, semanas sin descanso, trabajando, dando forma y renunciando al fin de semana en la playa, salir de cañas, etc. Los emprendedores se enamoran de sus ideas y deben enamorar a los demás con ellas, el único camino es ser capaces de transmitir esa emoción.
En este punto actual, observando tantas y tantas actitudes y comportamientos en el medio digital, marcas, productos e ideas, muchos están olvidando «El Qué y El Porqué» les enamoró su idea y de repente están tan solo buscando exclusivamente resultados. Comunican marcas sin personalidad y las separan de sus vidas, cuando realmente su vida es ella ocupando esas horas de sueño y espacio en el pensamiento.
En mi vida digital tengo amigos, (que aunque muchos piensen que no es posible, sí han demostrado con creces que lo son) que comparten este mismo punto de vista.
Las redes sociales según mi percepción y experiencia (y he sido testigo activo de todo el proceso desde los años 90) unen ideas más que personas, unen sentimientos, nos conectan por las percepciones y emociones que provocan cada uno de los millones de mensajes que allí se comparten. Es lo único que nos une, es como dice mi querido amigo @GAbyMenta (un gran descubrimiento en Twitter) #FeelingMedia. Quizás conectamos desde el primer momento porque compartimos ese concepto, puede que explicado de distinta forma, o no. Quizás porque tras horas de conversación con él, coincidimos que lo importante son las personas, sus ideas, sus vivencias. Ellos son importantes para nosotros por lo que transmiten. La diferencia entre un producto u otro (una casa u otra, un profesor u otro) es la capacidad de satisfacerte, de disfrutar esa emoción cuando te resuelven un problema, te sientes identificado con él y conecta quién eres con lo que necesitas. Todo ello los convierten en cotidianos, reales, cercanos, nuestros.
Comentaba con @GAbyMenta, como es ese mismo sentimiento el que te hace necesitar escuchar una música y no otra, porqué este es el momento donde necesito, quiero o deseo sentir esto o lo otro, quiero recordar o quiero olvidar… Siempre, la música es el Medio de transmisión de emociones más potente del mundo.
Extiendo ese concepto a todo lo que engloba la comunicación digital. Allí vender como si se tratase de una tómbola no sirve, a los usuarios no nos interesa lo que nos vendan a secas. Hay que conquistar, enamorar, hacer partícipes de ello a los demás y después, si alguien nos necesita, ya saben dónde estamos.
Nos acercamíos por medio de la empatía, porque nos ponemos en su lugar.
No creo que sea muy distinto del tradicional método de comprar al frutero que mejor te cae y que además te trata bien, de forma especial, y que tras comprar tu kilo de patatas y tomates sales de allí con una sonrisa en la cara, feliz como una perdiz.
Extiendo ese concepto a cada una de las cosas que hacemos. Lo que nos diferencia es lo que transmitimos, tal y como sucede en la vida real, pero sin máscaras. Aquí, en este entorno se trata de un diálogo interno, las percepciones externas afectan en menor medida. Soy yo y el mensaje, en un entorno casi anónimo en muchas ocasiones.
En la vida digital, la #DigitalLife que me gusta llamar, somos los sentimientos que compartimos con los demás. Aquellos que provocan una emoción y que sabemos que tendrán el mismo efecto en nuestro entorno. Somos #FeelingMedia.
Es por todo ello que firmo mis trabajos de la misma forma «Con cariño por TobeOnline Consultores» (alias @lolacebolla).

Javier Gilabert
mayo 1, 2016Conmovedor y muy cierto. Lo he leído varias veces, ¡vale la pena!
Lo que nos explicas es tan elemental que sorprende la dificultad con que es vivido…, o la facilidad con que es ignorado.
Es el amor lo que mueve el mundo, es el amor una fuente de energía de potencia incalculable.
Gracias Lola, no me voy a dormir sin antes haber aprendido algo nuevo.
lolacebolla
mayo 2, 2016Muchas gracias Javier por tu comentario. En un principio me costó explicarme a mí misma algo tan obvio. Es complejo describir con lo que se vive cada día hasta que percibes que hay muchos que ni conciben que pueda ser así… Aún queda más por decir,habrá segunda parte.