
El rencor, el pasado, el olvido, la reconciliación, el deseo de crecer, de continuar, la necesidad de explorar, la curiosidad, vivir…
Sentir la vida cuando conoces lo que es perderla, cuando el final te ha mirado de frente, cuando has sentido de cerca su aliento susurrándote al oído, imponiendo tu rendición.
¿Qué dejarás de hacer? ¿Qué tacharás de la lista de sueños, de momentos, de oportunidades? Nada y todo, es lo que necesitas.
Hay sueños de paz, de alegría, de ternura, de locuras, sueños imposibles, futuros y probables y sueños que recuerdan al pasado. Hay otros que se convierten en pesadillas. No importa que duermas o permanezcas despierto, siempre están ahí acompañando y tomando decisiones por nosotros.
Aquellos que nos acompañan toda la vida sin saber cómo ni cuándo se convertirán en realidad y otros que como las modas no querrás nunca más.
¿Por cuál decidirse?
Por el sueño de hoy, que puede ser el de ayer y que probablemente será el de mañana. Por aquellos que acaban de aparecer y sientes que cambiará todo, o no.
Una vez sentí que tenía una habilidad innata de destruir lo cotidiano y rutinario. Aunque reconozco que siento pasión por el equilibrio y la seguridad, es irrefrenable el deseo de entrar en campos desconocidos pero no en cualquiera. Hay ocasiones en las que no se puede decir no. Es imposible cerrar puertas que se abren solas delante de nosotros, puertas que iluminan y llenan.
Estoy convencida, tengo alma de pionera, cada día más.
Puede que llegue el día que encuentre la forma de combinar todo y crear una vida equilibradamente aventurera.
Somos dos, aquella amiga tenía razón. ¿Qué es la vida sin Emoción?

Deja un comentario